Nuestra Historia: De una cocina casera… a cientos de celebraciones

Nuestra Historia: De una cocina casera… a cientos de celebraciones

¡Hola! Soy Maru, creadora de Cocomelon Party. Este es el primer post del blog, y estoy feliz de compartir cómo comenzó esta aventura que huele a vainilla, sabe a dulce de leche y está cubierta de betún por todas partes.

Porque sí... todo empezó con amor, muchísimas ganas, cero miedo y una cocina de mi mami que siempre tenía espacio para todas mis locuras. 

Los inicios: Maru Cupcakes

Antes de Cocomelon Party, existía Maru Cupcakes. No tenía logo profesional, plan de negocios o estrategia elaborada... pero me tenía a mí, con toda mi creatividad y entusiasmo. Y eso bastaba para empezar a construir este dulce sueño 🤭.

En ese entonces, dividía mi tiempo trabajando como enfermera en el IMSS. Días intensos cuidando pacientes, turnos largos y agotadores. Pero al llegar a casa, en lugar de descansar como cualquier persona sensata haría, me dirigía directamente a la cocina. No por obligación, sino por un amor genuino a la repostería. Era mi refugio personal, mi espacio terapéutico. Una cocina pequeña, calientita, con ese olor a hogar que reconforta el alma después de un día difícil.

Entre el horno de la estufa familiar y los trastes de siempre nacieron mis primeros pasteles. Cada mezcla, cada horneada era mi escape de la rutina y las responsabilidades cotidianas. Un momento solo para mí donde podía crear sin presiones ni expectativas.

Los primeros catadores valientes fueron mi familia, luego vinieron las amigas cercanas, después las amigas de esas amigas que habían escuchado sobre mis creaciones. Y casi sin darme cuenta... ya estaba organizando entregas de pasteles cada fin de semana, compaginando esta naciente pasión con mi trabajo en el hospital.

Lo hacía principalmente de noche, después de jornadas largas atendiendo pacientes. Con las piernas hinchadas por las horas de pie, claro está, pero con una energía inexplicable. Curiosamente, me sentía más revitalizada decorando pasteles que descansando. Cada diseño, cada color y cada textura me hacían sentir completamente viva y conectada con mi verdadera esencia.

Cuando finalmente entregaba cada creación, escribía mensajes espontáneos y sinceros: "Wuwuwu para nuestra hermosa clienta, gracias por confiar en mí". Sin palabras rebuscadas ni frases de marketing, solo gratitud pura desde el corazón.

En esos primeros pasos, honestamente no sabía si lo que estaba creando podría considerarse arte repostero profesional o simplemente entusiastas intentos de principiante... pero en mi interior no tenía dudas: estaba haciendo arte. Lo mío no era producto de la improvisación casual, era la expresión de una pasión auténtica que finalmente había encontrado su cauce.

Aunque en aquellos días solo contaba con un modesto celular para documentar mis creaciones, las fotos se subían con ilusión y orgullo. No había filtros sofisticados ni composiciones estudiadas. Solo Maru, disfrutando genuinamente cada momento y compartiendo esa alegría con quien quisiera verla.

Un proyecto con corazón y perseverancia

El nombre surgió naturalmente: Maru Cupcakes. Maru, porque así me han llamado toda la vida, y Cupcakes porque en ese momento representaban mi absoluta obsesión. Me fascinaban. Me emocionaban. Y para mi sorpresa, cada vez salían más bonitos y deliciosos.

¿Y el logo? Contrario a lo que muchos pensarían, no contraté a ningún diseñador profesional. Lo dibujé yo misma: un sencillo círculo decorado con puntitos y, justo en el centro, una M y una C entrelazadas como formando un sello personal. Simple en apariencia, pero cargado de significado y esperanza.

Con el tiempo, aquel dibujo inicial evolucionó hasta convertirse en un logo profesional, pero siempre preservando la esencia que lo hacía especial: esa primera chispa de creatividad genuina que lo vio nacer.

Para perfeccionar mis habilidades, tomaba cursos cuando el presupuesto lo permitía, devoraba tutoriales en YouTube hasta la madrugada, y si alguna técnica decorativa no salía bien al primer intento... la repetía incansablemente hasta dominarla. A veces me frustraba, sí, pero nunca consideré rendirme ni por un segundo.

Mis primeros clientes fueron familia y amigos cercanos, luego conocidos y vecinos de la cuadra, y compañeros de trabajo. Sorprendentemente pronto, personas completamente desconocidas comenzaron a contactarme, confiando en mi trabajo solo por recomendaciones o por ver mis publicaciones en redes sociales.

En mi página de Facebook subía regularmente fotos de mis creaciones, detallaba precios, describía sabores disponibles. No había una estrategia elaborada de marketing digital, pero sí una autenticidad que conectaba con las personas que veían mi trabajo.

Y entonces, cuando menos lo esperaba... ¡boom! Superamos los 5,000 seguidores. Me preguntaba con genuina sorpresa: ¿Cinco mil personas aprecian lo que hago con tanto cariño? Como consecuencia natural, los pedidos especiales comenzaron a llegar con mayor frecuencia. Ya no solo eran las tías familiares o las amigas de toda la vida.

Eran personas nuevas, desconocidas hasta entonces, confiando en mi talento con solo ver una foto y leer una descripción. Fue en ese revelador momento cuando comprendí con claridad: este proyecto está creciendo... y yo también estoy creciendo con él.

El camino continúa...

Y bueno, queridos lectores, por hoy llegamos hasta aquí... porque lo verdaderamente emocionante apenas comienza a revelarse.

En el próximo post te contaré detalladamente cómo pasamos desde aquella cocina de mi mami hasta crear Cocomelon Party como lo conoces hoy... surgiendo en plena pandemia, sin frenos y con el corazón como brújula.

Gracias por dedicar tu tiempo a leer estas líneas, por acompañarme en este recorrido nostálgico y por formar parte de una historia que continúa horneándose con nuevos ingredientes cada día.

"En Cocomelon Party, cada pastel cuenta una historia. ¡Cuéntanos la tuya!"

¿Y tú? Me encantaría conocer tu perspectiva. Cuéntame en los comentarios desde cuándo conoces a Cocomelon Party o si apenas estás descubriendo nuestra existencia. ¿Tienes alguna anécdota especial con nuestras creaciones? ¡Me llenaría de alegría leer también tu historia!

Con cariño,

Maru

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